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Lo que aquí se expone son meditaciones personales, no una doctrina. Si este espacio, nacido y expuesto desde la reflexión personal, ayuda a que otros reflexionen sobre sí mismos y orienten su vida hacia los valores del Evangelio, habrá conseguido su única finalidad.

martes, 22 de marzo de 2011

La conversión necesaria II



Sólo una diminuta minoría de cristianos  llega a experimentar el gran acontecimiento de la conversión. Porque la conversión verdadera a Dios se ha de considerar, ciertamente, como el gran acontecimiento, el gran suceso en la vida de una persona. A partir de ese punto de inflexión, se produce el nuevo sentido de su existencia. Y como ocurre en todas las grandes decisiones, ese giro radical se produce en un día o en un momento singular, pero puede ser el desenlace ultimo de un proceso dramático y doloroso.

La parábola evangélica del tesoro escondido nos describe perfectamente en qué consiste la conversión, cómo se produce, qué condiciones comporta: es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que busca piedras preciosas y, hallando una de gran valor, va, y, lleno de alegría, vende cuanto tiene y la compra (Mt 13, 45).

La brevísima parábola nos describe, en substanciosa síntesis, todo el drama del corazón convertido y los momentos cruciales que, uno tras otro, le llevan a la gran decisión definitiva. De una u otra forma, la historia intima de todos los convertidos se encuentra recogida en este drama de la salvación.

El proceso de conversión se inicia cuando nuestro corazón siente la absoluta necesidad de Dios para encontrar el verdadero bien que dé sentido eterno a nuestra vida. Todas las cosas en que trabaja el mercader de la parábola eran insuficientes para colmar su anhelo; la necesidad de Dios surge del desengaño total de las cosas que perseguimos, y este, a su vez, de la profunda experiencia de la vanidad sobre la que se sustenta nuestra vida. 

3 comentarios:

La conversión dura toda la vida.
Un abrazo

Edit dijo...

En mi vida, he vivido varios estadios o etapas de conversión... cada una me llevó a un estado espiritual de mayor amor y piedad.
Mi alma, vive en conversión todo el tiempo, luchando por seguir el camino que me construya como mejor persona, cada día.
Cariños.

Edit dijo...

Volví porque me quedó la idea danzando en la mente.
Es verdad que hay un tiempo especial, un acontecimiento que nos marca como un antes y un después en la corversiòn del hombre.
Siempre es Dios el que nos sorprende viniendo hacia nosotros, cuando algo grande nos desconcierta y nos paraliza. El viene a nosotros y nos muestra el camino.
Después de ese encuentro espiritual, ya nada es lo mismo.
Todo se ve de otro modo, se vive diferente...
El es el que nos salva... nos tiende la mano, no invita.
Y lo hace individualmente. Nos busca uno por uno... llega en el momento justo para hacernos sentir el infinito amor que nos tiene.
Cuando sentimos su amor, ya no podemos dejar de seguirlo.
Y eso nos pasa, porque nadie es capaz de amarnos tanto como El.